30.10.10

Deja que la vida llueva sobre mí

-Cuéntamelo otra vez, cuéntame como nos conocimos, anda.-dijo Nunu.
-¿Otra vez?
-Sí, otra vez más, porfa.- le contestó con tono de niña bonachona.
-Nunca puedo resistirme a tu voz de niñita pequeña, que bien lo sabes.-dijo Zahe antes de contarle de nuevo su particular historia de aquella tarde de otoño.

"Llovía. El suelo estaba cansado ya de estar mojado. Yo iba bajo mi paraguas en dirección a ningún sitio. Las gotas resbalaban por mi paraguas y me salpicaban el abrigo. Recuerdo incluso que ese día se me olvidaron los guantes y también acabé con las manos mojadas. No había señal de vida en tres manzanas a la redonda. Ese día llovió más fuerte que ninguno. Y, de repente, de la nada acuosa, saliste tú, en tu paraguas de lunares. Llevabas un libro en la mano 'Deja que la vida llueva sobre mí'. Oía tus tacones golpear el suelo. Dejabas tu olor a colonia en cada gota de agua que te rodeaba. Nos cruzamos exactamente treinta y tres segundos después de que te viera aparecer entre la cortina de agua que nos separaba. Treinta y tres segundos de magia y un ritmo cardíaco pasmoso. Y cuando nos cruzamos... el tiempo se paró. Mi reloj interno hizo ¡clic! y lo congeló todo, tanto a mí alrededor como en mi interior. Y me quedé observándote, fijamente, poniendo un increíble detalle a todo lo que veía tras tu ondulado pelo negro. Negro como el azabache, pero más natural que el agua. Increíblemente precioso. Como tus ojos, tus almendrados ojos grises, esos que me dedicaron una mirada de reojo mortal. Mortal para mi corazón, que pasó a ser tuyo desde el primer segundo de los treinta y tres que te tuve frente a mí. Y entonces oí otro ¡clic! y todo volvió a la vida. Tú seguiste andando. Diste dos pasos más antes de que se te cayese el libro de Nuria Amat de tus perfectas y perfiladas manos. Ahí vi la mayor oportunidad de mi vida, en ese libro, que me gritó entre la lluvia que lo cogiese y te lo entregara mientras tú me lo agradecías con una sonrisa que derrite personas. Y lo único que atiné a decir fue: '¿De qué trata?'. Y entonces la vida llovió sobre nosotros. Y nos obligó a juntarnos en un mismo paraguas."

-Te quiero.-dijo Nunu mirando a Zahe con sus almendrados ojos grises.

24.10.10

Entonces sí que descubrió lo que era gustar de verdad

A Nunu le gustaba que un desconocido le dijese Hola por la calle; le gustaba ver el Sol y la Luna en el cielo a la vez; le gustaba llorar de felicidad, de aunténtica felicidad; le gustaba que sonase su canción favorita en la cafetería mientras desayunaba; le gustaba que la niña de las botas rojas le guiñase un ojo cuando pasaba por delante del cole; le gustaba soñar despierta; le gustaba que le leyeran la mente, que le sonriesen con esa media sonrisa pícara, que le diera hipo, tener frío para taparse con la manta hasta la nariz... le gustaban tantas y tantas cosas. En realidad le gustaban todas esas casualidades hasta que conoció a Zahe, entonces sí que descubrió lo que era gustar de verdad. Zahe le enseñó lo que significaba encantar, gustar, adorar, querer, amar... Todas las casualidades que le gustaban pasaron a ser gotas de agua diminutas comparadas con la gran tormenta que era Zahe.

13.10.10

¿Nunca has notado esa sensación de pesadez? Esa que te quita las ganas de hacer algo, esa que te hace sentirte como si estuvieses lleno de hormingón por dentro. Se te mete por los poros de la piel y no hay manera de sacarla; te invade en cero coma. Todo a su paso queda asolado, causa estragos allá por donde va. Mata hasta a las ganas más efusivas y alegres de vivir. Te lo roba todo, desde las ganas de levantar los pies del suelo hasta el brillo en la mirada. Hay algo dentro que te ata, te encadena a la desesperación. Ves como pasa todo por delante de ti como agua liviana y tú con esa sensación de roca enorme que no sería arrastrada ni por la mayor de las olas.
Seguro que alguna vez la has notado.

5.10.10

Porque sigues ahí, quiera, o no quiera.

¿Cómo pretendes que te olvide si día tras día tu mirada indiferente se cruza con la mía? No sé como puedes querer que te olvide si tú misma sabes que no nos sentará bien a ninguno de los dos. Porque sabes perfectamente que decirme hasta luego fue mucho, muchísimo peor que decirme adiós o hasta nunca. No logro entender como se supone que debo eliminarte de mí, de mi piel, de mis recuerdos, de mis palabras y mis respiraciones si ni siquiera te molestas en hacerte a un lado. Porque sigues ahí, en medio, quiera o no quiera este corazón dolido. Si tan sólo tú me ayudaras un poquitín... Bastaría con que me agarrases fuerte de los hombros, me mirases fijamente a los ojos y me dijeses, con tu voz distante y seca, y esa expresión de no me importas nada que todo se ha acabado para siempre.

Adiós.

1.10.10

Nunca más escucharé su voz

-¿sabes? son cosas que nunca podré volver a hacer con nadie más en todo el mundo. sólo ella sabía hacerme reír amargamente. sólo con ella me podía abrir y soltar todo lo que llevaba dentro. era, nunca mejor dicho, la estrella que iluminaba mi planeta apagado. y puede que a todos los cegara con su forma de brillar, pero a mi me llegaba su luz de otra forma; me mantenía siempre cálida, pero sin hacerme pasar calor. porque era diferente, era lo más próximo a mi planeta que me hacía brillar. por eso sigo mordiéndome la lengua al verla, porque significaba tanto para mi y yo tan poco para ella. porque nunca supo ver quién soy, de donde vengo y a donde voy. porque la echo tan poco de menos y tendría que echarla tanto de menos...
-¿y por qué sabes que tendrías que echarla tanto de menos?
-porque era la única capaz de hacer que esto que tengo a lo que llaman corazón funcionase mejor de lo que nadie me lo ha hecho funcionar nunca.

Prometo no pensar en ti

No, ya no más. Ya no vale que pases como una estrella fugaz por mis pensamientos y me los deslumbres. No quiero que pases más por aquí. Porque ya no quiero vivir así, no desde que me di cuenta de que tú cambiaste hace tiempo. Y esta vez va en serio, he recogido toda mi fuerza de voluntad esparcida por el suelo y la he pegado con suple-glue. Ahora es grande, tan grande que te tapa por completo. Ya casi no recuerdo tu voz, tus miradas felices con final triste, esas caricias inexistentes, esas que nunca nos dedicamos. Acabé olvidando la felicidad que me dejaste a modo de disculpa improvisada antes de irte. Ahora prometo no pensar en ti, reducirte a cero, a nada, en mi cabeza mareada. Te perderás entre mis recuerdos, te irás, te perderás, te quedarás en nada. Porque nada es nada. Porque ya no vales nada. Eres la promesa más grande y con menos valor de todas.